Ni coexistencias ni generosidades...
El odio es la debilidad más fundamental y la tentación más perniciosa de cualquier tradición, sea retórica, religiosa, política o comercial : el decidir que uno sabe que otra persona, u otro pueblo, no merece la consideración ética básica, significa haberse dejado llevar por el odio, por la tentación fácil de creer que uno pueda resolverse los problemas acabando con la humanidad de otro : es demasiado fácil para ser verdad la lógica de la venganza y la estrategia de un enfrentamiento violento y constante —es señal de haber rechazado la propia humanidad de uno mismo y la capacidad del ser humano en general de superar los engaños y estrépitos del odio, arraigado en la arrogancia y el no poder soportar ni coexistencias ni generosidades— y por lo tanto sólo lleva a más engaño, más heridas, más escapatorias hacia otra cosa que no es ni ser ni sentirse humano : y la gran desgracia de aquella manera de pensar es que se está convirtiendo en un lugar común, a través de un individualismo barato y falso, incompleto y sin dignidad, el ser humano se está convinciendo de que uno puede lavarse las manos a cualquier hora de todo lo demás que han sido sus encuentros humanos, porque de repente, tiene ganas de sentirse libre del otro, libre del prójimo, y ahí comienza el peligro de que una sociedad se desintegre masivamente...
[ bcn, 16X06—26VI07 ]
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