Llegan y se van, apartando las exigencias del reloj, del mercado, del viaje en sí, fabulosos y aplastantes, un manojo de desvíos y persistencias que hacen vibraciones en el imaginario vital : un momento todo parece ser oscuridad y el extremo silencio de enfrentarse solo con las exigencias de una perversidad económica, y otro la dudosa persistencia de un poeta en su trabajo de poeta, y en el próximo amor y plenitud, sabor y melodía : la duda, el fracaso, el pánico, la pérdida y la demora eterna se desmienten en estos ratos de acercamiento repentino a la llama, de epifanía en el darse cuenta de que lo que vive tanto dentro como alrededor de uno es fuente de luz y calidez y que puede y quiere y seguirá llegando a su vez, a lo que quiere ser o hacer en nosotros, en mí, en mi alerta y suavizado contorno...
cuando parece que no hay modo de sentir la alianza de la que uno depende o forma parte, las señales necesarias de cómo son las cosas llegan a citar y a traer a la participación también esperada : no siempre, no hay garantías, pero sí tendencias, intenciones, la posibilidad de trazar un hilo, un arco, una filigrana de cristal tan estirada que llega a parecerse a una lágrima tensada con miel : la "participación esperada" de uno, por uno mismo, por las fuerzas que puedan, por los elementos de un mundo propio que tengan derecho de esperar tal cosa, todo aquéllo sale de nosotros y nos envuelve en una narrativa coherente, que nos sirve de bálsamo y provocación, de shamán y verdugo...
eran las dieciseis veinticinco, una hora lila y de bergamot, una hora de payasos y de mímesis, de transporte, ruido, y de silencios impactantes mezclados con todo aquel tejido : esperaba y leía, sin saber cómo se presentaría la suerte, ni cómo se llenaría tal bar decimonónico de potencial y calidez : leía como el protagonista de un libro corto de poemas en prosa se puso a escribir un mundo fantástico, para darles vida a los seres que sólo en ese mundo fantástico podrían tomar forma, para que tuvieran la oportunidad de hablar, y de expresar su gratitud por lo que él había hecho, dedicando su tiempo a su desarrollo y profundización, a la lógica de que sólo ellos pudieran expresar lo que llevaba dentro...
misticismo, dicen, sueños, la imposibilidad de volver a algo que hace tiempo había huido de la escena, sin que nos diésemos cuenta, el fracaso que sólo se realiza en volver a ser algo que no es propiamente ningún fracaso : uno puede llegar a pensar, entre las cortinas de salmón y periferia, de una tarde estirada sobre un mármol bañado en sudor y suspicacia, que tienen razón, que el ensueño es demasiado, que lo perdido se escapó porque sí, que el mirar no es ver ni el escuchar oír : rezar podría ser, pedirle a alguna fuerza mayor algo de misericordia, de benevolencia, de cosecha y coincidencia, pero bastaba, bastaba con acudir y poder decir en el momento adecuado, que sí...